AINIA ha desarrollado un nuevo proceso automatizado para la fabricación industrial de un envase de cartón que reduce entre un 85-90% el uso de materiales plásticos.
El proyecto Termofib, financiado por la Agencia Valenciana de la Innovación, supone un paso más para la producción industrial y la comercialización de esta barqueta, patentada por AINIA.
Este envase sostenible, denominado Fibtray, dispone de un borde de sellado completamente plano, sin discontinuidades, y de espesor uniforme. Esto permite asegurar su estanqueidad con un termosellado más seguro y con un menor riesgo de defectos en su procesado en línea, con ello, se aumenta la seguridad del alimento de forma sostenible, aspecto vital para la industria alimentaria.
“El desarrollo de esta patente se basa en la configuración de capas de materiales donde cada una de ellas realiza una función: generación de paredes laterales y fondo de la barqueta. El formado y unión de las distintas capas permite generar el envase sin que el material se estire” ha explicado Pedro Zomeño, del departamento de Tecnologias del Envase de AINIA.
Este diseño permite obtener un envase compuesto en su mayor parte de materia celulósica, reduciendo así el uso de materiales plásticos. Además, se adapta fácilmente a numerosos formatos, incluidos los packs de producto de varias unidades o envases multicavidad, como pueden ser los de ensaladas con toppings y salsas. Por ello, resulta de especial interés para el sector cárnico, plantos preparados y ensaladas de IV y V gama, entre otros.
El diseño de automatización ha sido concebido para que el formado del envase se pueda realizar mediante la combinación de equipos comerciales actuales. “De esta manera se proyecta una tecnología mucho más competitiva frente a otras soluciones planteadas”, apunta Zomeño.
El proyecto Termofib tiene como objetivo transferir esta tecnología al mercado de producción de alimentos y bebidas, a través de la validación de un prototipo industrial en contexto de uso real. Para ello, el proyecto ha sido validado en líneas industriales de envasado reales.
Para alcanzar este objetivo, ha destacado Pedro Zomeño, ha sido necesario: comprobar que el proceso automático es viable y rentable; evaluar el correcto termosellado en una línea de producción real; validar su resistencia estructural para el envasado de productos alimentarios y confirmar la estabilidad de la vida útil del producto envasado. Además, se ha alcanzado un producto mínimo viable (MVP), que permite llevar la tecnología al mercado de un modo ágil y rentable.
“Esta innovación proporciona también la posibilidad de desarrollar nuevas líneas de negocio alineadas con los objetivos de la economía circular, al conjunto de actores de la cadena de valor alimentaria, como por ejemplo para productores y/o distribuidores de alimentos en bandejas termosellados, como productos cárnicos, y frutas y verduras”, ha explicado Rubén Lahuerta, responsable de la Transferencia de Tecnología y Nuevas Desarrollos de AINIA.